
El espíritu de Bandung: 70 años después encuentra las condiciones para resurgir

Entre el 18 y 24 de abril de 1955, representantes de 29 países de Asia y África, además de representantes de territorios que no habían alcanzado su independencia, se reunieron en la ciudad de Bandung en Indonesia para celebrar la Conferencia Asiático Africana.
El evento fue un hito en el proceso de descolonización del mundo. Por ello, con el tiempo, se le recuerda como la Conferencia de Bandung o simplemente, Bandung. Aquella semana, fue la primera vez en la que tantos líderes nacionales del entonces llamado Tercer Mundo se concentraron en un sólo lugar y en sus propios territorios para discutir los asuntos que más les afectaban.
A la herencia de la conferencia se le llamó "el espíritu de Bandung", un concepto fundamental para entender las relaciones internacionales más allá de Occidente y que, en el proceso actual de transición de la unipolaridad hacia la multipolaridad, cada vez más personas vuelven a discutir.
El proyecto del Tercer Mundo
Hoy en día, cuando se habla del Tercer Mundo se piensa en atraso y pobreza. Algunos, además, lo consideran como un insulto. Lo cierto es que no siempre fue así. El Tercer Mundo nace como una idea revolucionaria de los países que fueron colonizados.
El historiador indio Vijay Prashad lo definió como un proyecto y no como un lugar. Los líderes del Tercer Mundo se organizaron para demandar una mejor redistribución de los recursos del mundo y mayor tasa de retorno por su trabajo y extracción de recursos naturales.
Los países colonialistas dejaron a los territorios liberados en la ruina. La poca infraestructura que construyeron fue para facilitar la extracción de recursos hacia el centro industrializado. Tampoco invirtieron en la gente de sus colonias. Además, en la mayoría de los casos, la liberación de los países fue producto de guerras que dejaron sus territorios aún más empobrecidos.
Para mediados del siglo XX, todos sus líderes tenían tres ideas comunes, a pesar de sus enormes diferencias. Primero, que el objetivo principal era el desarrollo de su país y para ello era fundamental tener soberanía. Segundo, que no lo podrían hacer en un contexto de guerra y para ello, promover la paz era una obligación. Tercero, que no podrían lograrlo solos. Empezar a reunirse fue un resultado natural de ese contexto.
El término Tercer Mundo fue acuñado por el sociólogo francés Alfred Sauvy en 1952, cuando, en referencia a la división del planeta en dos mundos de Churchill, dijo que se dejaba de lado a un tercer bloque, el más grande y masivo, el de países subdesarrollados.
Cabe decir que Sauvy pertenecía a un sector de la intelectualidad francesa que luchaba contra el colonialismo de su país. Desde su mirada, estos países no debían ser vistos con pena pues habían luchado para expulsar a los colonizadores y empezaban a construir una plataforma política contra el neocolonialismo.

El término llegó a oídos de Jawaharlal Nehru, el entonces primer ministro de la India y uno de los promotores de Bandung, como una "tercera fuerza". No le gustó la referencia a la fuerza, pero sí la idea de ser un tercer bloque de países que presionan por una agenda común para el desarrollo nacional de cada país. Se reapropió del término y lo diseminó.
El Tercer Mundo era nacionalista, pero a la vez internacionalista. Los diferentes países que pertenecieron entendían que era necesaria la solidaridad internacional para alcanzar sus objetivos nacionales. Pertenecer a él se convirtió en una identidad compartida con una propuesta común de paz mundial, respeto mutuo, cooperación Sur-Sur para el desarrollo económico y hasta de intercambio cultural.
Cuando se reunieron en Bandung, hace 70 años, le dieron vida a estas ideas.
La herencia de Bandung
El "espíritu de Bandung" viajó mucho luego de la Conferencia. Primero, se vio plasmado en su declaración de 10 principios que promovían el respeto a los derechos humanos, a la integridad territorial, al respeto de razas y naciones; así como, a la defensa propia, todo de acuerdo con los principios de la Carta de la ONU.
También incluyeron la defensa de los principios de no interferencia en asuntos internos, de no agresión y de la resolución de problemas internacionales por vía pacífica. A ello se agregó la promoción de intereses mutuos y cooperación, al igual que el respeto por la justicia y las obligaciones internacionales.
De este modo, los países del bloque tercermundista se convirtieron en los mayores defensores del sistema de la ONU y en los siguientes años, se extendió con la inserción de los países latinoamericanos.
Unos años después, el espíritu sería la base impulsora de la conformación del Movimiento de Países No Alineados en 1961. En el marco de la ONU también tuvieron logros importantes como el Programa de la ONU para el Desarrollo y la creación de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). En 1974, se logró la aprobación de las reglas del Nuevo Orden Económico Internacional por la Asamblea General.
El intento de asesinato del espíritu
El movimiento tercermundista movido por el espíritu de Bandung, en la práctica, significó que los otrora países colonizados empiecen a ser jugadores en la política internacional y luchen por un orden mundial más justo. Fue negarse a volver a ser dominados. Por ello, la respuesta de los países colonialistas fue brutal.
Los golpes de Estado en Irán y en Guatemala en 1953 y 1954, respectivamente, ya avisaban de las intenciones de los países occidentales de petardear cualquier intento de cambio. Luego, siguieron golpes de Estado en África empezando por el golpe a Patrice Lumumba en el Congo, en 1961, y en Ghana, en 1966, contra Kwame Nkrumah.
En América Latina también se dio el golpe en Brasil en 1964 y en 1973, en Chile. Mientras que, en Asia, el golpe militar en Indonesia, en 1965, contra el mismo Sukarno que nueve años antes había sido el anfitrión de la Conferencia de Bandung, fue una estocada casi mortal al movimiento.
Sin embargo, como afirman en el último dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social, el golpe más duro al espíritu de Bandung fue la crisis de la deuda iniciada en los setenta que condenó a los países del Tercer Mundo al endeudamiento permanente y a la aplicación de políticas de austeridad.
La crisis fue un indicio de la incapacidad de construir una base material para escapar a los embates del neocolonialismo. Dejó en evidencia su fragilidad.
Además, los gobiernos de muchos países tenían una agenda de cambio, pero no necesariamente se tradujo en cambios en la sociedad que sostenían la estructura de desigualdad. Muchas de las élites conspiraron con los países colonialistas para realizar los golpes de Estado.
China, el guardián del espíritu
Hubo una nacion que sí pudo escapar el destino trágico del resto de países del movimiento tercermundista y que hoy permite al espíritu resurgir: China.
Es curioso que la invitación a China a Bandung fue un motivo de discrepancia entre los países organizadores. Finalmente, según los relatos de la época, Zhou Enlai encandiló a más de uno y su participación permitió que muchos cambiaran de opinión sobre la República Popular China (RPC). Luego de la reunión, la RPC extendió sus vínculos con muchos más países, sobre todo del continente africano.
Los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica establecidos en 1954 junto con la India, fueron uno de los insumos principales de la Declaración de Bandung y son, hasta hoy, uno de los pilares de la política exterior china.
Además, luego de la Revolución Cultural y el proceso de Reforma y Apertura, se dieron las condiciones que le faltaron a otros países: cambios sociales radicales y la construcción de una base material que permita resistir a los embates del neocolonialismo.
Con su apertura al mundo, los chinos han hecho una propuesta clara del orden mundial al resto de países que se sostienen en los principios de Bandung discutidos hace 70 años. En cierto modo, han sido los guardianes del espíritu de Bandung y hoy, a través de iniciativas como la de la Franja y la Ruta, están construyendo las condiciones materiales para hacerlos realidad.
El espíritu de Bandung no puede morir porque es la expresión de deseos humanos básicos como el derecho al desarrollo; sin embargo, recién, 70 años después, recién, por el liderazgo de China, está encontrando las condiciones para resurgir.
El proceso de descolonización ha empezado el inicio de su fin.
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